martes, septiembre 05, 2006

Exacto

Cristina Losada:
En todo el mundo y, en particular, en España, la guerra de Irak es un caso de libro de una operación propagandística encaminada a la manipulación de la opinión pública para designios que nada tienen que ver con la preocupación por el pueblo iraquí o por la paz, ni con el combate contra el terrorismo o el conflicto israelo-palestino. Hay quienes se han opuesto a la guerra contra Sadam por esas razones, discutibles, pero respetables. Sin embargo, no fueron tales motivos los que impulsaron la campaña internacional de movilizaciones ni los que indujeron al PSOE de Zapatero a sumarse a ella. ZP y sus compañeros en ese viaje se subieron a aquel tren con el fin de lanzarlo contra su principal, y entonces electoralmente temible, adversario político. Esa sería toda la historia, y no merecería más comentarios, si no fuera porque el cuento continúa. Y por otro detalle: prosigue, paradójicamente, gracias al PP. Gracias a un silencio que grita: ¡soy culpable!, aunque no sepa, el que calla, muy bien de qué.

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Para que ZP deje de engañarnos sobre Irak de aquí a las próximas elecciones, alguien tiene que recordarle que prefería que se mantuviera en el poder un dictador sanguinario, que poseía armas químicas y financiaba a terroristas, antes que colaborar en su derrocamiento y en la construcción de una democracia. Alguien tiene que replicarle a Blanquito que España no mandó tropas a esa guerra, pero que sí las envió, y de reemplazo, cuando gobernaba González, ese fraternal amigo del brutal régimen represivo de Irán. Alguien debe de confrontar al PSOE con la realidad de los cientos de miles de cadáveres de kurdos, por cuyo genocidio se está juzgando a Sadam. Y alguien debe señalarle a Rubalcaba, a cada mentira sobre el 11-M que se descubre, la falsedad de la ecuación sobre la que triunfó la operación de propaganda, la que proclamaba que las bombas de Bagdad estallaron en Madrid.

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