miércoles, febrero 20, 2008

Cómo afrontar el final de ETA

Tras muchas discusiones sobre lo que ha hecho ZP, lo que no ha hecho; lo que hizo Aznar y lo que no hizo Aznar en sus contactos con ETA y la tregua del 98, he creído oportuno y mucho más valioso para el debate reflexionar sobre cómo se debería afrontar el final de ETA, según mi criterio. Y digo reflexionar porque aunque tenga una idea de cómo se debe afrontar, habrán argumentos que podrán cambiar mi opinión, no de base, pero sí algunos matices.
Tarde o temprano se producirá este momento, y no creo que estemos muy lejos, afortunadamente para nosotros y desgraciadamente para los fascistas asesinos de ETA y los hijos de puta fascistas que votan a sus brazos políticos.

Sí que quiero hacer una pequeña referencia a lo anteriormente expuesto. Para que dejemos las cosas claras, al menos en la tregua de ETA durante el gobierno de Aznar. Durante esa tregua se acercaron decenas de presos y se concedieron y concedió terceros grados, Aznar llamó MNLV a una organización terrorista y mantuvo un contacto con la organización terrorista. Aquí está el acta. De esta manera no hace falta que, aunque deje claro que quiero dejar fuera ese debate, se me presenten comentaristas con una larga lista con los nombres de cada uno de los etarras acercados a la península, ni tampoco que me hablen de los contactos que mantuvieron los enviados de Aznar con ETA. Ahí he dejado el acta, de éso hablaron según parece, y sinceramente no revela nada salvo la firmeza del gobierno de Aznar.
Como no quiero seguir el debate cansino que llevamos haciendo durante estos últimos años no voy a hablar de lo que ha hecho Zapatero. Yo creo que está bastante claro lo que ha hecho Zapatero. Sólo quiero hacer una pequeña referencia y señalar lo que durante esta semana se ha publicado sobre la negociación del gobierno socialista con ETA:


- ETA ofreció por escrito a Zapatero emprender «una negociación política» y éste lo aceptó


- Los etarras encarcelados dicen que Zapatero "dio su visto bueno" a la integración de Navarra en el País Vasco


- "El Presidente del PNV revela que Zapatero quiso negociar con ETA cuestiones políticas «a la desesperada»"

Nada más. Yo lo tengo claro. No sé exactamente hasta qué punto llegó y puede que nunca lo sepamos, lo que sí sabemos es que sobrepasó los límites democráticos. Otros podrán seguir negándolo toda su vida. Es su criterio, es su decisión.

Tampoco es una reflexión que merezca demasiado tiempo, porque creo que la democracia establece los límites entre lo que sólo se puede reformar y cambiar por medio del parlamento, los límites que establece la Constitución y las medidas que entran en manos de un gobierno.
En primer lugar, creo que cuando se acerque el final de ETA, el gobierno, de acuerdo con lo consensuado con el resto de partidos del arco parlamentario deberá sentarse a hablar con ETA sobre cómo se llevará a cabo su disolución y en qué sentido puede ayudar para que este hecho se lleve a cabo. Pero primero de todo, para esto hará falta una clara disposición de ETA de querer dejar las armas. Y cuando digo clara, es que significa clara con todo su significado. Quiere decir que para si quiera pensar en establecer un contacto con ETA, éste debe dejar claro que finalmente ha asumido la inutilidad de sus acciones y su existencia y que entienden que sólo podrán lograr sus objetivos participando del sistema democrático.
Nunca se puede establecer otro contacto si ETA no renuncia a exigir contrapartidas políticas. Es fácil, si se presenta la ocasión, y ETA empieza a hablar de política se rompe cualquier contacto. ETA no puede hablar de política porque no es un interlocutor político válido. No representa a ningún movimiento, no representa ninguna idea política. Son sólo una banda de asesinos con ambiciones políticas. Los representantes de la izquierda abertzale son aquellos que respetan las reglas democráticas, renuncian y condenan la violencia y son votados por los ciudadanos vascos. Queda claro entonces que ETA no puede hablar de política en ningún caso.
Pero aún así, no está en manos del gobierno, ni de ningún partido político hacer concesiones políticas a ETA. Un gobierno no puede hacer una reforma de ámbito político si no es por el juego de la democracia.
Sin embargo, no excluyo que un gobierno y la organización terrorista hablen sobre la situación vasca o la que la izquierda abertzale o sus aspiraciones. Puede hablar en el sentido en que yo lo hago con mis amigos o lo que escribo en el blog, pero son sólo opiniones. Creo que un gobierno puede opinar sobre la situación política, pero recomendaría evitarlo. No interesa, ni va a conducir a nada relevante.

Dejado claro lo que no puede hacer un gobierno, paso a exponer, lo que según mi criterio, sí que se puede hacer y lo que se debería hacer. En este caso, estamos hablando de la situación de los presos, los militantes de ETA y sobre ayudar o insertar a la izquierda abertzale que está en ETA o que apoya a ETA a incorporarse al sistema democrático.
En primer lugar, en lo que concierne a los presos etarras. La ley establece unas penas que se deben cumplir, y el gobierno no puede hacer nada al respecto, ni siquiera torticear la ley y mover muchos hilos para arreglar algo así. Hay una pena por asesinato, y el culpable debe cumplir con su correspondiente pena. Lo que sí que se puede hacer, y si se da el caso, se debería hacer es terminar con la política de dispersión y acercar a todos los presos al País Vasco. No sé exactamente si se puede o en qué sentido se pudiera, pero si es posible, se deberían rebajar las condenas a delitos de menor gravedad.
Y en general hacer la vida más confortable a los presos etarras.
En segundo lugar, habría que buscar una salida para los actuales militantes etarras. Los que cuentan con asesinatos bajo sus espaldas no les quedará más remedio que entregarse y cumplir la condena que le corresponde. Y a los demás buscarles salidas para que puedan vivir dignamente. Esto quiere decir que el gobierno incentive a empresas para que les acojan e incluso estaría dispuesto a que se le concedieran ayudas por parte del Estado para que puedan vivir sin necesidad de recurrir al crimen. Se trata de evitar que impidan el final de la violencia por el simple hecho de ellos no sepan hacer otra cosa; y que no se metan en grupos criminales o mafias robando o traficando con todo tipo de sustancias o materiales ilegales.
En tercer lugar, aunque ya hay representación de la izquierda abertzale en el parlamento vasco, y para meterse en política no necesiten en realidad ninguna ayuda, no creo que esté mal que el Estado les ofrezca toda la ayuda que pueda para hacer que estos militantes participen en la vida democrática. Se trata, sobre todo, de que vean que hay alternativa y que el Estado, muy al contrario de querer poder impedimentos, trata de que esto se haga posible.

Creo que esto resume mi idea general de cómo se debe afrontar el final de ETA. Como he dicho antes, se podrán introducir matices o cambiar sobre algunos criterios, pero básicamente es esto. No creo ser intransitivo, ni buscar la humillación de la izquierda abertzale. Simplemente hay cosas, como las políticas, de las que no se pueden hablar por el simple hecho de que sería antidemocrático, o como que los asesinos deben cumplir sus condenas porque así lo establece la ley, que no puedo cambiar. Tampoco estoy concediéndoles demasiado cuando creo necesario trasladar presos, hacerles la vida más cómoda, ayudarles a reincorporarse a la vida laboral o ayudar financieramente a los exmilitantes de ETA. Estoy siendo generoso en los sentidos en que pueda facilitar en final de la violencia. A ninguno nos hace gracia que tras décadas de terror, asesinato, humillaciones, vejaciones y miedo, ahora tengamos que ayudarles, pero creo que al menos esto es lo que tocará tragar.


Yo ahora estaría encantado de que todo el mundo opinara sobre esto en los comentarios. Pero mi experiencia me dice que desgraciadamente no tendré demasiado debate.

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